sábado, abril 30, 2005

El verano

El verano de nuevo llegó
y yo sufriendo sigo,
no creíste en mis palabras
ni mi alma conociste.
¿Es mi vida acaso una pesadilla?
¿tan sólo una alucinación?
Paciencia, me dijeron
ya la he perdido;
mantén las esperanzas,
aquellas ya murieron
y esta vida
más ya no la quiero.

jueves, abril 28, 2005

En ocasiones

En ocasiones pareciera que lo único que portamos es la fuerza que nos mantiene de pie. Baja la luz, se enciende el candil, sólo cantos de grillos suenan desde aquella maleza. Y en el horizonte se divisa el alba de un nuevo día; nacientes preocupaciones y viejos demonios casi evitan que te levantes de la cama. Todo en tu contra, nadie a tu auxilio, en ocasiones pareciera que lo único que portamos es la fuerza que nos mantiene de pie.

martes, abril 26, 2005

Rufino

Parte II



Dieron las siete y media de la noche cuando Salomé, desde el ático, escuchó azotar la puerta principal de su casa, sabía que el momento de enfrentar los hechos había llegado, momento que hubiera dado todo lo que poseía a cambio de que éste nunca llegara.

Al principio no sabía cómo enfrentar lo inevitable, sintió que el corazón se le detenía y al mismo tiempo le latía tanto que parecía a punto de reventar. ¿Qué debía hacer? ¿Bajar e intentar explicar las cosas junto a su madre? ¿Esperar a que su madre lo llamara cuando ya hubiera salido la situación a relucir? Muchas preguntas y muy poco tiempo para poder descifrar el paso a seguir, y su corazón lo ponía más nervioso. En lo que pensaba qué hacer, introdujo su disco compacto favorito, “Vulgar Display Of Power” de Pantera (el primer disco que compró ahorrando los pocos pesos que ganaba ayudando a los vecinos con tareas domésticas). No había transcurrido la mitad de la segunda canción, New Level, cuando escuchó un estruendo que provino de la planta baja, al parecer, de la cocina. Apagó su grabadora y abrió cuidadosamente la puerta, para intentar oír lo que sucedía allá abajo. Feroces gritos y sollozos quebradizos fue lo que descubrió al ir descendiendo las escaleras; en cada escalón que pisaba el pie parecía acalambrársele, al punto de que al quinto estuvo a punto de caer por la misma razón. Temblando y pálido como el rostro de un cadáver, Salomé llegó al pasillo que comunicaba la sala de estar con la cocina. Percibió un fuerte y concentrado olor a licor. Escuchaba a su madre llorar dentro del infernal cuarto, pero no era un llanto como al que él estaba acostumbrado y que había soportado infinitas noches, no, esta vez era diferente, era un llanto que al aire pedía piedad, un llanto tan estremecedor que llenó de miedo a Salomé y lo hizo mojar sus pantalones.

La escena al entrar a la cocina no pudo ser más escalofriante. La madre yacía en el suelo con sangre corriéndole por el rostro, arrinconada en la esquina donde se unen los compartimentos de los platos con el mueble del lavaplatos; su padre, propinándole golpes con una mano en todo el cuerpo, mientras mantenía una botella de brandy barato en la otra. Salomé permaneció segundos paralizado ante lo que estaba sucediendo, segundos que se antojaban a horas, segundos que corrían cada vez mas lentamente al ir transcurriendo hasta parecer detenerse en el tiempo, como una foto. Para este momento, Salomé se daba cuenta de que esa noche cambiaría el rumbo de su vida, pasara lo que pasara nada sería igual nuevamente. A estas alturas, la madre había perdido el conocimiento y la sangre seguía brotando de su cuerpo.
De pronto, Salomé sintió un aire frío detrás de él, sabía que no estaba solo.

- Tienes que hacer algo- murmuró Rufino, que para ese momento se encontraba detrás de Salomé.
- Nnnoo... puedoooo – exclamó casi sin podérsele entender.
- Debes hacerle daño, matarlo- dijo Rufino con voz tosca.
- ¡No puedo! – gritó Salomé.

Al escuchar su voz, el padre giró bruscamente en dirección de su hijo, gritándole: “¿ves lo que has hecho?” mientras caminaba hacia a él.

- ¿Por qué haces esto papá?- gritó Salomé con suma nerviosismo. – ¡Ella no tiene la culpa de nada, es un malentendido!
- ¡A mí no me digas lo que tengo que hacer o no chamaco idiota! – aseveró el padre fuera de sí mientras buscaba a Gomitas, que estaba debajo de la cocineta.

- ¡Ahora aprenderás a respetarme y a educarte como debes!

El padre arrojó la botella de licor cerca de Salomé, la cual se quebró al instante de estrellarse en contra de la pared. Agarró salvajemente a Gomitas y lo ahorcó con el collar que traía; el perrito luchó unos momentos solamente, luego dejó de respirar.

- ¡No papa! ¡No lo mates! – gritando alaridos, aunque era demasiado tarde.
- ¡El muy bastardo ha matado a Gomitas, debes ir por el bate de béisbol que está a la entrada y entrarle a madrazos a tu padre! Le dijo Rufino enfurecido a su amigo.

Salomé corrió al sitio donde el bate estaba mientras su padre le exclamaba: “¡regresa hijo de puta!, ¿Te regalo un perro y me pagas con la noticia de que te expulsan de la escuela? ¡Regresa acá!”
Sin decir nada, Salomé tomó el artículo deportivo y se abalanzó en contra de su progenitor, asestándole un golpe fuerte en el hombro izquierdo.

- ¡Hijo de puta!- gritó el padre mientras el dolor.
- Dale uno en la cara y terminas con esto- aseguró Rufino, dejando asomar una sonrisa.

El niño iba tomando vuelo para propinar el segundo golpe cuando su padre reaccionó y le arrebató el bate con fiereza.

- ¡Ahora verás con quién te has metido! – juró el padre.

Encolerizado, el padre arremetió contra Salomé el primer batazo a las rodillas, golpe suficiente para rompérselas; no satisfecho, siguió pegándole hasta que el bate chocara en una ocasión contra el suelo y se partiera. El hijo, tirado en el piso casi inconsciente, susurró: “Rufino, ayúdame”, a lo que el padre con carcajadas contestó: “¡qué chingaderas son esas que dicess!, ¡ja! ¡Rufino está muerto!”

viernes, abril 22, 2005

Rufino parte 1

9-Mayo de 2003

Salomé era como cualquier niño o por lo menos lo era hasta el día en el que el destino hizo su jugada. Su vida, desde el momento de su nacimiento no había sido pacífica del todo sino simplemente común y corriente. Nunca fue muy aplicado en la primaria, al contrario, formaba parte del grupo de niños antisociales que de todo renegaban. Fue expulsado en varias ocasiones de la escuela por golpear compañeros y gritarle a sus profesores. Cuando era castigado por sus padres, solía encerrarse en el ático a escuchar música pesada (que ya en estos tiempos no es nada raro; he visto niños que ni siquiera aprenden a hablar correctamente y comprando discos de Papa Rouch al lado de sus madres) e imaginar que se transformaba en fantasma y cruzaba el techo, acompañado de Rufino, su amigo irreal, librándose de todos los pesares de su casa.
El padre era alcohólico, vicio que lo raptó desde joven. Se había casado y tenido un hijo antes de procrear a Salomé, pero por azares de la vida, ese hijo había muerto en un accidente y el padre era culpable de dicho acontecimiento, razón por la que se refugió aun más en la bebida. La madre por su parte, era una mujer que carecía de carácter al haber vivido toda su vida inmersa en un ambiente machista y tosco, donde la mujer era lo más parecido a un ser sin voz ni voto.

Todas las noches se armaban teatritos llenos de violencia en el comedor, a la hora de cenar. La policía les visitaba a menudo por quejas vecinales, pero la mujer nunca se atrevió a denunciar al marido, error que le costaría mucho unos días más adelante.
Y mientras el papá golpeaba a la madre, Salomé sufría impotente al no poder hacer nada, y corría a su guarida, el ático, a platicar con Rufino, que siempre aparecía en ocasiones como aquellas, donde sólo él podía tranquilizarlo. Lloraba horas, lágrimas de rencor y angustia, pensando en cómo podía salir de esa situación y librar a su madre de viles y crueles tormentos. En fin, no podrían creerme las noches que pasó así aunque se las dijera.

Era un lunes por la mañana, y Salomé se despertó tan alegre como no se le había visto en meses. Sabía que era su décimo cumpleaños y esperaba recibir los regalos que había pedido a sus padres. Y en efecto, esa mañana recibió lo que tanto había añorado, un cachorro pastor alemán, totalmente negro con pequeñas islas de color dorado, al que nombró sin dudarlo Gomitas, por las pequeñas bolitas negras que los perros tienen en las patas.
Salomé era el niño más feliz del mundo ese día, nunca se imaginó que eso estaba por cambiar totalmente.
Después de celebrar opacamente sus 10 años, se marchó a la escuela, tenía clase de matemáticas, no podía llegar tarde, el profesor Aquino era muy estricto y no quería problemas con él. La clase transcurrió normalmente, y al terminar, Salomé salió del aula y se dirigía a su clase de español, cuando el director se le aproximó:

- ¿Qué nunca vas a corregirte Salomé? ¡Esta vez estás en graves líos, ven a mi oficina inmediatamente!
- ¡Pero no he hecho nada! - exclamó el niño asustado.
- ¡Eso lo veremos, de esta no te escapas! - Arremetió el director en contra de él encolerizado como nunca antes lo había hecho.

Al llegar a la oficina, cual fue la sorpresa para Salomé de ver que su madre se encontraba allí, sentada en el sillón, con la cara totalmente pálida, pareciendo esperar lo peor:

- Alguien ha vandalizado el gimnasio con puras blasfemias y dibujos obscenos, y hay alumnos que te han delatado y que afirman que tú has sido el perpetrador - aseguró el director.
- ¡Eso no es cierto! – gritó Salomé con voz nerviosa – ¡sería incapaz de hacer algo así!
- ¡Pues no sé y ya no importa, he decidido expulsarte de la escuela definitivamente, ya no te tolero nada mas! ¡Esta fue la gota que derramó el vaso! ¡Ve por tus cosas y váyanse por favor, no los quiero volver a ver en mi primaria!
- ¡Pues váyase a la verga pinche ruco cabrón! – le gritó Salomé al señor director mientras salía corriendo de la oficina, y detrás de él, su madre.

El transcurso de la escuela hacia la casa fue inquietantemente callado, y no por no saber qué decirse entre ellos, sino por terror al pensar en cómo reaccionaría el padre al enterarse de la expulsión del infante.
La noche cayó, se sentía el nerviosismo en la casa, se acercaba la hora en la que el padre llegaría a cenar.

miércoles, abril 20, 2005

En qué momento?

En qué momento las personas se echan a perder?
¿En qué momento el hombre pierde las ganas de vivir? ¿En qué momento dejamos caer el autoestima hasta lo más recóndito de nuestro ser?
¿Qué nos hace optar por la autodestrucción y la desesperanza? ¿en qué momento tu cuerpo y mente se desmoronaron? Si pudieras verte en este instante, en aquella cama, inmóvil, con la incertidumbre en el aire de si sobrevivirás un día más; ¿en qué momento dejaste de quererte a tí a los que te rodean?

viernes, abril 15, 2005

Nunca tuve alas

[ …Y no pasa nada, la verdad es que no pasa nada y eso es angustiante para una persona como yo, que necesita que siempre esté sucediendo algo. No es el caso, ¿acaso sigue siendo lo mismo o algo ha cambiado? No lo sé y no estoy seguro; sí me importa saber pero no me importa, no lo puedo saber en este momento y honestamente, realmente ya no me interesa más. Debo hacer diferentes cosas, quiero hacerlo todo pero no me nace, ¿qué es lo que sucede? ¡Lo que sucede es que no me sucede nada! Y necesito que cosas sucedan dentro y fuera de mí para seguir, pero no, nada… nada de nada.

Deseo la alegría, la deseo realmente pero no siento las alas; que asco ser común y corriente, ya no más en verdad; asfixiante apatía que no me deja sonreír y ser feliz, ¿dónde están mis alas? han de yacer por ahí, desperdigadas y roídas, pudriéndose como todo lo bueno de mí que supongo no debería… presumo que durante alguna época, no muy lejana, dentro de mí habitó; extraño tanto mis alas que hasta los huesos duelen… y no dejan de doler.

Añoro esa época de risas y sentimientos palpables, decir más sería incorrecto e invitarían lágrimas y sufrimiento, sólo sostengo que ya nada de eso importa realmente, son cosas que suelen sucederle a la gente como yo, y lo peor de todo es que ya no lo recuerdo, me hace mucha falta pero ni siquiera lo recuerdo, ¿en qué momento se cayeron las alas? ¿en qué momento lo perdí todo? Mísera realidad…

Y lo real de este asunto es que, hasta este preciso momento, me doy cuenta de que esas alas, mis alas, nunca existieron; nunca volé ni por un segundo te olvidé; sólo arden ilusiones de una dicha amarga por el tiempo y soledad, velos interminables de tristeza y rencor terminaron por cubrirme, destellos de una luz extinguiéndose dentro de mí, el olor a perderte, el sabor de tu ausencia; ya nada importa, jamás tuve alas, nunca te tuve, ni por un segundo existí… ]

[ Autor: ISMAEL ARCINIEGA . ]
[ Fecha: 13 de abril y 3 de mayo de 2004, 18:00 y 23:00 ]hrs.



También colaboración para el Blog Under Rug Swept

Este texto lo escribí en abril del año pasado como colaboración para el blog de mi amiga Angélica. Por tantas cosas que han pasado en mi vida en los últimos días, no había posteado nada acerca de Kurt. Posteo esto en tributo a su trágico fallecimiento hace 11 años.




KDC



Escrito el Lunes 12 de abril del 2004. a las 00:20 hrs.

[Existen días en nuestras vidas que nos marcan, sucesos que dividen la existencia en un antes y un después. Ese día llegó para mí un viernes 8 de abril de 1994; llegué a casa después de la escuela, y como era costumbre, prendía el televisor mientras la comida se preparaba. Lágrimas no pude contener al escuchar las noticias en Mtv de aquella trágica noticia: Kurt D. Cobain había sido encontrado muerto por un disparo de escopeta en la cabeza días atrás. Esa misma tarde comenzaron a poner los videos de la banda, conciertos y diferentes entrevistas para conmemorarlo; se había apagado una luz dentro de mí y seguro que dentro de muchos otros más.
Describir cómo y de qué maneras me afectó su suicidio es realmente complicado. Siempre es difícil digerir el hecho de que cuentas con algo que es importante para ti y que de un momento a otro se esfuma en el viento, dejando un gran vacío por dentro, un vacío que después de diez años sigue sintiéndose exactamente igual.
Mucha gente me ha preguntado el por qué admiro a una persona tan afectada como lo fue él y honestamente no tengo una respuesta concreta. Supongo que en primera porque fue zurdo al igual que lo soy yo. Admiro mucho que haya alcanzado tanto en tan poco tiempo siendo él mismo. No me importa saber si pertenezco a lo que en Estados Unidos se le llama la “Generación X”, lo que sí es fundamental para mí fue que me sentí identificado con Kurt y supe, por más estúpido que suene, que no estaba solo, y que allá afuera no todo era perfecto y grandioso como me lo querían hacer ver. Otro punto es que desde pequeño tuvo problemas de conducta al igual que yo, desde niños nos sentimos incomprendidos por los que nos rodeaban y que aparte de todo, nos incomoda el reconocimiento público. Con su música todas mis angustias juveniles se vieron sosegadas; el escuchar aquellas letras aunadas con ásperas y reales sintonías era como darle vida propia a mis rencores, odios y tristezas, dejarlos escapar y expresarse todos al mismo tiempo. Podría citar varios ejemplos más, pero lo importante por decir aquí es que no tengo ninguna razón negativa para dejar de admirarlo, ¿cómo dejar de admirar su música si significa tanto para mí?
Yo no soy nadie para aseverar que Kurt Cobain fue en mi generación lo que Lennon para otra, como tampoco puedo mitificarlo como un profeta o calificarlo como un mártir. Siempre me gustó su música, aunque nunca opté por vestirme con camisas de franelas y jeans rotos, ¿cómo formar parte de algo que a él le desagradaba? Sólo soy un fan y admirador como los miles que existen. Durante más de dos años consecutivos Nirvana fue lo único que escuché, todos y cada uno de eso días y nunca me cansé, como tampoco me harta en la actualidad. Hoy por hoy su música continúa siendo mi ánimo para mis tristezas y depresiones.
Hace siete días que se cumplieron diez años de su ausencia: diez años de poder seguir siendo Smells y no ser otra persona, diez años de legacía musical, diez años de bajones controlados, diez años que parecieron nunca transcurrir.
Sólo me resta agradecerle el hecho de que haya vivido en mi generación, de darme cuenta que la grandeza proviene de la sencillez en todos aspectos y que me haya enseñado que por más dolor que sienta hay siempre solución, y que es mejor quemarse que desvanecerse.
He caminado en la vida diez años desde que ya no estás con nosotros, el vacío sigue siendo el mismo, quizá un poco más, siempre estarás en mi altar.]

“There is nothing I could say that I haven´t thought before” Kurt Cobain


I.Arciniega

No sé


No sé cómo pude reconfortarte
mientras que por dentro
me encontraba deshecho;
no sé cómo llegamos a este punto
en el que nuestro futuro
se ha esfumado
y nuestro pasado me desangra;
no sé cómo las plegarias
se tornaron en lamentos
y la ilusión en llanto se cambió;
no sé cómo despertar mañana
cuando por dentro
me hallo totalmente despedazado.

miércoles, abril 13, 2005

Suspiro

¿No había sido aquel un sueño
en donde murmurabas canciones
y respirabas temores?
Fría como el invierno
insegura como paloma,
me robaste un suspiro
te regalé el pensamiento,
ya nada es igual