Reflejos
Los reflejos no son normales, pareciera que estos anteojos te extrañasen más de la cuenta. No miro espejos para evitar darme cuenta de todos los defectos que tengo.
No escucho canciones melosas para hastiarme de sonidos que se asemejen a tus caricias en mi pelo, pelo que se ha vuelto viejo de esperar cambios ajenos que en el fondo sé que no llegarán.
Intento de algún modo rechazar las memorias que pudieran desprenderme una sonrisa dedicada a ti, sonrisas que lamento producir en este momento, momentos que pasan sin más ni menos observando el horizonte color de gris.
Los caminos son largos cuando de olvidar se trata, no puedes decir que no, y las noches son más frías aún, lo sabes aunque no pronuncies palabras; palabras que en su instante creí como oración.
Las miradas obstruyen el sentido común, a pesar de quejarme lo suficiente como para alejarme de mí mismo. Y me alejo y no me echo de menos. Y no echo de menos el extrañarte; no me extraño.
Dejé de descifrar oraciones expresivas, no es grata la historia que me antecede; antecede el minuto de tu partida y no me encarece, carezco de desilusión.
Como lacra invoco la culpa de lo inequívoco, de la comodidad que se desprende al no aceptar el hecho de que no te aceptaré de regreso, sólo sonrisas nerviosas, nerviosas ideas rondan mi mente al alejarme de tu reminiscencia.
No más reflejos anormales, no más espejos ni canciones melosas; no más memorias ni caminos que me lleven a tu sombra, no más miradas vacías y faltas de sentimientos, no más palabras ni oraciones vanas que de nada me sirven; no más sonrisas que me lleven a tu nombre ni que te traigan nuevamente aquí.
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