Demencias
Y qué importa aquel martirio
a quien no le importa nada mas que a sí mismo,
no llores por imperfecciones mentales
ni por derrotas acumuladas en tu caminar por el tiempo.
Ese llanto que brota de tus sensaciones impacientes
guárdalo para momentos de dolor y demencias;
no tienes que obsequiarme nada
pues nada me debes aún.
Sal y vive, querida niña de mis ojos,
entiérrame junto a aquella vereda
que jamás andarás nuevamente,
revienta en sonidos y lujurias
que abracen tu nuevo sonreir;
de mi habrás olvidádote,
ni para tus momentos de dolor ni tus demencias,
seré aquel suspiro que de vez en cuando te abordará
y tú sin saberlo, recorreré en vela tus venas,
amordazando la discordia de tus manejos impacibles,
por siempre, querida niña de mis ojos,
imperceptible, en tí.
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