lunes, octubre 02, 2006

Gusanito

Ah como me traías ya hasta el colmo! - me decía una y otra vez en una conversación para mis adentros. Era el momento de acabar con todo lo que pudiera tener que ver contigo de una vez por todas! y en esta cantina sería la última despedida.
¡Cantinero! ¡traigame un mezcal con gusanito! - le grité al viejo Miguel, que durante años había escuchado mis penas sin esperar más que le pagara la cuentas completas.
¡Ah como te hiciste del rogar!, pero al fin de cuentas no pudiste cambiarme ni llevarte nada mío, mas que unos cuantos recuerdos de viejos tiempos. Sentado ahí, en el rincón de aquella piquera. El tiempo no parecía transcurrir, pero la botella estaba casi vacía.
¡A ver pinche gusanito, ya te cayó el chauistle. Serví lo que restaba de la botella en el vaso, y de un sólo trago bebí hasta la última gota.
Sentí el alivio casi instantáneo, no más coraje en contra de tí, pero tampoco llegó la redención para tus canalladas, que por meses había estado buscando.
¡¿No que no pinche gusanito?! si aquí el que manda soy yo - exclamé en voz baja con cierto aire - y para mis pulgas me encuentro otra mujer como la que encerrabas en tormentos etílicos, no más!
Al fondo, en la barra, una mujer volteaba a mi dirección regalándome una sonrisa muy tentadora.
¡Ah pinche gusanito! con que haciendo de las tuyas?! Me canso que te la pelas!
Me acerqué a la mujer, quien amablemente me invitó a tomar asiento junto a ella. Era una mujer bien proporcionada, joven a pesar de tener cara de haber vivido buenas aventuras.
¿Te gusta el Mezcal? me preguntó.
Pues sí- le respondí.
Lo mejor de todo es el gusanito al final, no crees? - preguntó nuevamente, con un tono burlón que se me hacía dolorosamente familiar.
¡Ah pinche gusanito, qué cabrón eres!- grité en la mesa. Todos los borrachines voltearon a ver la escena que se daba en la barra. Tiré la botella de mezcal que tenía la joven y salí corriendo de esa maldita cantina, embrutecido a más no poder y con el cuerpo ardiendo de coraje. Durante los segundos que dilaté en abandonar el lugar, pude sentir las miradas como navajas en mi espalda de los bebedores reunidos en la piquera, al igual que las carcajadas de la mujer esa, quien me recordó un pasado que por más que intento, no puedo dejar atrás. Pude imaginar al gusanito retorciéndose en el piso de la cantinucha, bañado en alcohol, burlándose de mí; fue en ese instante en el que me di cuenta de que nunca me dejaría en paz.

3 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

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y si quieres participar dejanos un coment!

octubre 03, 2006 6:15 p.m.  
Blogger Ljn.- dijo...

*



I'm so sad...
goddamn it!





Lu.-










*

octubre 13, 2006 6:54 a.m.  
Blogger Angélica dijo...

Por eso es mejor beber Baraima =P
Ya hacía falta una de tus historias

octubre 13, 2006 11:12 a.m.  

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